"¿Y si hoy aparece la Analía que no debería haber existido? Esa que fue borrada de todos los registros, que nadie recuerda, pero que sigue apareciendo en los reflejos, en los ecos, en los sueños ajenos…"
Analía58 fue una anomalía, una chispa fugaz que se encendió en un rincón olvidado del espacio-tiempo. Nadie la vio nacer, nadie la vio morir, porque Analía58 nunca fue real... o tal vez sí.
No tenía historia ni futuro, solo un hueco entre las realidades, donde los recuerdos se deshacían como arena entre los dedos. Un día, mientras caminaba por una ciudad en la que nadie podía recordar su nombre, decidió que iba a romper la lógica. Así, sin más. Un día cualquiera, como quien se toma un café en la esquina, se inventó una vida.
Empezó a hablar con las sombras, les contó historias que nunca había vivido, pero que eran tan vivas que las calles empezaron a responder. Los árboles le susurraban secretos sobre el fin del tiempo, y las nubes formaban figuras que le daban pistas sobre algo que aún no sucedía. Pero nadie la veía. Nadie podía verla.
Decidió entonces jugar con las leyes de la percepción. Si nadie me ve, entonces seré todo lo que nadie puede ver. Y fue todo. Fue el sol y la luna, el reflejo de una estrella perdida, la risita de un niño que nunca existió. Analía58 dejó de ser una persona para convertirse en una idea, en una contradicción perfecta, un error cósmico que nunca debía haber sido escrito, pero estaba allí, flotando.
Un día, la ciudad desapareció. Pero, antes de irse, Analía58 dejó una marca en la memoria de todos, una sensación extraña, como cuando uno se olvida de un sueño, pero sabe que era importante. Y entonces, ¿quién puede decir si nunca existió?
Texto generado por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
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